Cuando el cerebro se enfrenta a un diagnóstico de cáncer colorrectal, dedica toda la atención y recursos del organismo a solucionar el problema y, para ahorrar energía, tira los “lujos” por la ventana: la creatividad, el sistema inmune, la digestión o la sexualidad se oscurecen. “Si creo que mi vida corre peligro, no estoy para disfrutes…”.
Volver a la rutina tras un cáncer de colon y recto supone un cambio brusco en la vida de muchas personas, ya que la enfermedad afecta a su entorno familiar, laboral, social y también a su actividad sexual. Los problemas físicos y algunos tratamientos pueden afectar al deseo y a la respuesta sexual, donde también puede estar implicada una alteración temporal de los niveles hormonales.
Y no solo los tratamientos, también el estado depresivo y la ansiedad sobre qué puede ocurrir, el dolor al tener prácticas o en la herida posquirúrgica o la preocupación por cambios físicos o de la imagen. Todo influye en el interés en la actividad sexual.
¿Qué funciones sexuales pueden verse afectadas tras la operación o el tratamiento de cáncer colorrectal?
Inhibición del deseo por preocupación sobre la enfermedad, menor capacidad de disfrute o si ha habido cambios en el aspecto físico por el estoma o por dolor.
Disfunciones en la erección por daño en los nervios responsables o sequedad vaginal y tensión muscular.
Dificultades o ausencia de orgasmo, ya sea por retardo en alcanzarlo o por coitos dolorosos.
Ansiedad anticipatoria, que puede producir los síntomas anteriores.
Relaciones sexuales cuando hay una ostomía
Algunos tipos de cáncer, que no necesariamente afectan a los órganos sexuales, pueden llegar a afectar a la sexualidad, ya que cambian la apariencia y hacen que el paciente se sienta menos atractivo. En el caso del cáncer colorrectal, esto es lo que les puede ocurrir a las personas ostomizadas.
Según la Sociedad Española de Expertos en Estomaterapia, del Consejo General de Enfermería, y expresado por Margarita Poma, estomaterapeuta y especialista en Heridas Complejas del Hospital La Luz, en el pasado Día Mundial del Paciente Ostomizado, en España hay 70.000 personas que portan una ostomía y cada año hay 13.000 nuevos casos, el 60% de ellos con ostomías temporales y el 40% permanentes. Los pacientes que se someten a esta intervención necesitan tiempo para recuperarse, y según el tipo de estoma, podrían tener efectos secundarios pasajeros. Pero la intimidad sexual puede continuar después de una ostomía y puede volverse a ella todo lo lento que necesitemos.
«70.000 personas en España tienenuna ostomía»
Tal vez uno no esté listo para tener sexo de inmediato y, por ello, hablar con la pareja y ver otras opciones puede ayudar a sentirse más cómodo y comprobar que le resultas igual de atractivo con una ostomía. Vaciar y limpiar la bolsa de ostomía, revisar y asegurarte de que está bien colocada o usar una bolsa opaca o lencería y fajines para ocultar la bolsa, puede hacerte sentir más seguro.
Por regla general, si la causa de las dificultades en las relaciones sexuales tiene su origen en aspectos emocionales, la intervención o el tratamiento, suelen ser temporales y pueden resolverse en las próximas semanas o meses. Si las dificultades van más allá de lo que se considera normal, no hay que dudar en consultar con el médico o con un especialista en Psicología Clínica, pues tiene solución.
La sexualidad, la intimidad y la expresión afectiva son tan importantes para los pacientes con cáncer como lo son para las personas que no lo tienen. De hecho, se ha demostrado que alcanzar una vida afectiva satisfactoria y rica ayuda a las personas que afrontan el cáncer a sobrellevar los sentimientos de angustia y a tolerar el tratamiento. Nada impide continuar con las cosas que nos gustan y benefician.
NOTA: Si eres homosexual o bisexual, transgénero o tienes otro tipo de práctica o de identidad de género, puede que tengas necesidades que no se abordan aquí. Es importante que hables con el equipo de atención médica y proporciones información sobre tu orientación sexual e identidad de género. Seguramente te beneficiarás de información más especializada en esta área.
Desde Oncolon, estaremos compartiendo una serie de infografías bajo el nombre de «25 preguntas sobre cáncer colorrectal metastásico». Esta primera parte trata sobre preguntas y respuestas habituales relacionadas con la Psicología y el CCR metastásico. Desde qué emociones se pueden experimentar o cómo comunicar el diagnóstico a la familia, entre otras.
Recibir un diagnóstico de cáncer colorrectal conlleva un fuerte impacto psicológico para la persona que lo recibe, sobre todo teniendo en cuenta las muchas dudas e incertidumbres que pueden surgirle sobre qué pasará durante el proceso de la enfermedad.
En el siguiente vídeo de Oncolon, Mauricio y Manuel, supervivientes de cáncer colorrectal, cuentan su experiencia tras el diagnóstico y el impacto psicológico que supuso la enfermedad.
Cómo afrontar el diagnóstico de cáncer de colon y recto
Todas las personas tenemos la asombrosa capacidad de poder afrontar situaciones de todo tipo. En este sentido, detrás de estados emocionales depresivos o pasivos está la percepción de ser incapaces de hacer nada: la persona se encuentra indefensa frente a las circunstancias (como un diagnóstico de cáncer colorrectal (CCR)) y experimenta ansiedad, tristeza, estados depresivos y paralización conductual, etc. y esto se da tanto si esa indefensión es real y objetiva como si creemos que nada podemos hacer, en una especie de indefensión aprendida.
Ante cualquier suceso impactante, con muy alta carga emocional, estamos programados para dar dos tipos de respuesta y así afrontar la situación: lucha o huida. Y aunque de forma espontánea la primera respuesta sea una de las dos, aquí podemos traducirlas como afrontar las situaciones de forma activa o pasiva.
Es como si nos preguntáramos en una primera valoración de la situación (por ejemplo, tener cáncer de colon y recto): ¿Qué está pasando en mi entorno? Y poco después nos hiciéramos una segunda valoración: ¿Tengo recursos para superarlo?
«¿Qué está pasando en mi entorno? ¿Tengo recursos para superarlo?»
De las respuestas que se den a estas valoraciones se derivan conductas activas o pasivas, es decir, una manera de afrontar el problema buscando alguna alternativa de actuación o tener una aceptación pasiva de lo que ocurre.
¿Qué puedo hacer tras el diagnóstico de cáncer colorrectal?
Uno de los principales factores responsable del malestar, de la ansiedad y la tristeza es la sensación de falta de control sobre nuestra vida y sobre nuestra enfermedad. Tener la percepción de que somos nosotros quienes controlamos una situación, o que al menos podemos hacer algo para aliviarla, nos hace sentirnos más seguros y tranquilos.
Tras recibir un diagnóstico de cáncer colorrectal, es frecuente preguntarse: ¿y ahora qué…?
¿Esperar pacientemente acontecimientos y a la espera de lo que los médicos digan?
¿Optar por la participación activa y ver qué cosas puedo hacer?
Lo más beneficioso ahora es salir del bloqueo emocional tras el impacto del diagnóstico y conocer las circunstancias que conlleva la enfermedad, centrarme en qué cosas puedo hacer y no tanto en las que no puedo. Sería como preguntarse:
«¿Qué puede hacer mi cuerpo más fuerte, más resistente? ¿Qué puede hacer mi mente más inteligentemente optimista? ¿Qué puede hacerme más resiliente?»
De todo esto se deriva la importancia de estar informado sobre la enfermedad. Cuando te sientas preparado, infórmate a través de tus oncólogos y en plataformas/webs fiables y especializadas. Y no es conveniente sobreinformarse ni comparar unos casos con otros: cada persona y cada enfermedad son distintas.
Las personas podemos tomar alguna acción que palíe o atenúe las circunstancias de la vida. Al menos, hay dos áreas vitales donde actuar: el nivel emocional y el nivel social.
Nivel emocional
Es frecuente que las emociones y los sentimientos dolorosos se agolpen y amenacen con teñir la vida de gris. No podemos evitar tenerlos, pero lo que sí podemos hacer es regular su intensidad, lo que empieza por aceptar que vamos a tener emociones contradictorias. El amor es tan humano como el odio, la solidaridad como el egoísmo, la esperanza como el desespero… así como el cerebro pertenece al mundo de lo lógico, lo racional, las emociones son ilógicas y a veces irracionales, lo que no significa que estemos a su merced.
Expresar sentimientos tanto negativos como positivos, pedir apoyo, hacer peticiones a los demás sobre cómo nos gustaría que nos trataran, son tareas que pueden hacernos este periodo más leve. Las emociones que no se expresan corren el riesgo de derivar en algún trastorno o aumentar el estrés y la ansiedad innecesariamente. Si resulta difícil expresarlas, un buen comienzo es darle un nombre a lo que sentimos. Elegir la palabra que lo defina mejor: tristeza, melancolía, enfado, esperanza, agradecimiento, etc. y ponerlo en una frase en primera persona del singular. Así uno se apropia de la emoción y puede regular su intensidad.
Y aunque ya sabemos que el optimismo, la risa o las coles de Bruselas no curan la enfermedad, una actitud abierta, esperanzada y colaboradora con el tratamiento, sí mejora nuestro ánimo e influye en la capacidad de afrontar esta situación.
Nivel social
¿Contarlo o no contarlo?
Todas las personas tienen derecho a elegir cómo viven la enfermedad. Es una decisión personal, individual e incuestionable, aunque conviene tener en cuenta las consecuencias de decirlo o no decirlo a los demás.
Si decides que vasa hablar de ello, te vas a sentir liberado, vas a poder expresar tus sentimientos cuando los experimentes, y vas a evitar tener que utilizar eufemismos que pueden hacer que crezca el problema… pero en tu cabeza.
Si decides que no vas a hablar de ello, pues tienes derecho, te resta la posibilidad de expresar sentimientos (que no significa no sentirlos), pones una barrera al apoyo de los demás y se corre el riesgo de provocar una conspiración de silencio.
¿Y si soy familiar?
Conviene evitar la llamada conspiración del silencio, o sea, mantener ocultos los sentimientos, no hablar de nada que tenga que ver con el cáncer, mostrar un ánimo falsamente optimista, llorar solo cuando no nos vean, etc.
En la creencia de que, si no se habla del mal, no puede hacernos mal. Hay que permitir la expresión de malestar emocional, dudas, temores, etc. ya que, para asimilar su problema, necesita oportunidades en las que expresar esos temores.
El cáncer colorrectal es una enfermedad silenciosa pero no muda, y tampoco depende su evolución de que hablemos o no de ella.
Tener un fuerte apoyo social hace la recuperación mucho más rápida y eficaz. En ese sentido, participar e integrarse en organizaciones de pacientes permite tener una indudable mejoría emocional. Sentirse acompañado, entendido, realizar y compartir actividades. Aclarar dudas y temores y, por qué no, aportar a otras personas los recursos que a uno le han sido útiles. Todas estas acciones generan apoyo social y estabilidad afectiva.
Adoptar un papel activo en el cáncer de colon y recto
Es conveniente informarse del estado y la afectación personal de la enfermedad, adoptar un papel activo y participativo, evitar catastrofismos inútiles, así como identificar y expresar nuestras emociones para regular su intensidad y afrontarlas mejor. Una actitud abierta y optimista inteligente ayuda a sentirse emocionalmente aliviado.
Comunicarse abiertamente con personas que puedan comprender y apoyar, le resulta útil a muchas personas en situaciones similares. Compartir y escuchar experiencias de grupos de afectados por la enfermedad permite relativizar y aumentar el optimismo responsable.
Cómo mejorar el estado de ánimo con cáncer colorrectal
Como ya hemos hablado en otro artículo, el diagnóstico de cáncer de colon puede causar un elevado malestar psicológico que la persona no es capaz de asumir y gestionar. Se trata de un momento en el que se producirán diferentes cambios a nivel físico, psicológico, familiar, social y/o laboral.
En esta infografía, te damos algunos consejos para sentirse mejor con cáncer colorrectal.
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