Como demuestra la evidencia, la práctica de ejercicio físico es beneficiosa durante el proceso del cáncer colorrectal. Aunque es importante adaptar esta práctica a las circunstancias individuales de cada persona, existen una serie de necesidades y recomendaciones generales que podrían ayudarte a ser más activo. En este artículo te lo contamos.
Recomendaciones de actividad física en cáncer colorrectal
Las recomendaciones de actividad física para pacientes que están pasando por un proceso oncológico son (1):
1. Actividad física aeróbica: La recomendación en la actualidad es intentar conseguir 150-300 minutos de actividad moderada-vigorosa, recordando que en general cuanto más ejercicio mejor y cuanto más intenso mejor. También puedes combinar intervalos de actividad física moderada y vigorosa durante la sesión de ejercicio.
Para obtener los beneficios asociados a este tipo de actividad, es necesario realizar al menos 10 minutos continuados de actividad física aeróbica. No obstante, si nunca has realizado actividad física, consulta con tu especialista en ejercicio físico y continúa leyendo para obtener algunas pautas para su puesta en marcha.
2. Ejercicios de fuerza: Aunque el ejercicio debe estar individualizado, esto es, estar adaptado a las necesidades particulares y la condición física de cada persona, según las guías de referencia, la fuerza muscular debe realizarse al menos dos veces a la semana, con series de entre 8 y 15 repeticiones al 60% de 1RM (mínimo).
Como la mayoría de las personas no conocemos nuestro 1RM para cada ejercicio de fuerza, se puede trabajar por sensaciones. Esto significaría seleccionar un peso con el que podamos realizar un número de repeticiones que nos canse, pero que siempre podamos realizar dos repeticiones más. Se recomienda empezar con series largas de entrenamiento (más repeticiones) y menos peso, hacia menor número de repeticiones incrementando el peso de las pesas.
Por ejemplo: hago 13 repeticiones con un peso de 5Kg, pero las dos últimas repeticiones me han costado mucho esfuerzo y casi no puedo terminarlas. Estono sería correcto, deberíamos bajar un poco el peso para poder hacer esas 13 repeticiones con seguridad e incluso que nos quedara fuerza para hacer 2 repeticiones más.
3. Ejercicios de flexibilidad: Son ejercicios de estiramiento de las diferentes zonas musculares con la finalidad de mantener la elasticidad de los músculos y la amplitud de cada movimiento de las articulaciones. Los ejercicios de flexibilidad deben dar una sensación de «tensión con comodidad».
Ostomía y actividad física
Para los pacientes que tienen una ostomía, existen pautas para una práctica de actividad física segura y eficaz (1):
Vaciar la bolsa de ostomía antes de comenzar el ejercicio.
Comenzar los ejercicios de fuerza con poca resistencia y progresar lentamente bajo la guía de profesionales capacitados en el ejercicio. Es muy importante realizar los ejercicios con una técnica correcta de ejecución de los movimientos.
Evitar el uso de una maniobra de Valsalva (aguantar en apnea mientras se ejecutan los movimientos de fuerza).
Modificar cualquier ejercicio básico que cause una presión intraabdominal excesiva, es decir, una sensación de presión o un abultamiento en el abdomen.
Si tienes una ileostomía, tienes un mayor riesgo de deshidratación. Asegúrate de beber antes, durante y después del ejercicio.
Si practicas deportes de contacto, o donde existe riesgo de un golpe en la ostomía, puedes usar un protector/escudo de ostomía.
Recuerda que no hacer ejercicio físico no te prevendrá de una hernia, mientras que realizar un plan para el fortalecimiento abdominal puede reducir significativamente el riesgo de hernia paraestomal (2). Se recomienda esperar a que esté cicatrizada la herida (seis a nueve semanas), aunque es aconsejable consultarlo con tu estomaterapeuta y/o especialista en ejercicio para comenzar lo antes posible.
¿Cómo identifico en qué intensidad de ejercicio estoy?
La intensidad puede controlarse de diferentes maneras. Una de las formas más sencillas y prácticas es mediante “el test del habla” (3). Este indica que, si sientes que te cuesta mantener una conversación, es decir, tienes una respiración entrecortada, estarás en una actividad física de intensidad moderada. Sin embargo, si jadeas o te cuesta mucho emitir cualquier palabra, la intensidad de la actividad habrá aumentado, denominándose actividad física vigorosa. Esta intensidad es la que más beneficios tiene para la salud cardiovascular y para mejorar la salud del paciente.
El test del habla indica que, si sientes que te cuesta mantener una conversación, estarás en una actividad física de intensidad moderada
Un buen entrenamiento debe contar con todas las intensidades y debe estar planificado e individualizado para conseguir los objetivos para la salud. Por ejemplo: si estás caminando, puedes aumentar la intensidad para alcanzar más beneficios ¿Cómo? Aumentando la velocidad, subiendo rampas o escalones e incluso llevando algún peso adicional en el cuerpo (ej. una mochila).
El estilo de vida activo implica evitar el sedentarismo que se asocia con enfermedades y decremento de la salud. No hay que olvidar que puede coexistir el sedentarismo con el cumplimiento de las recomendaciones de AF. Es decir, se puede hacer una hora al día de actividad física moderada y/o vigorosa, pero pasar el resto del día sentado. Para evitar esto, y si no fuera posible, intenta hacer pausas activas, esto es intentar levantarte del sofá/silla cada un tiempo para romper esos ciclos prolongados de sedentarismo.
¿Cuándo y cómo empezar si nunca he hecho ejercicio físico?
Lo ideal es empezar lo antes posible. Se ha comprobado que el momento del diagnóstico es una ocasión adecuada para tratar de modificar conductas relacionadas con los hábitos de vida saludables y empezar a aumentar los niveles de actividad física (3).
Si has realizado ejercicio físico antes, es probable que te cueste menos retomar la rutina de entrenamiento tras el diagnóstico, pero no dudes de que, tras la cirugía, y por supuesto durante el tratamiento, puedes realizar actividad física y debes evitar el sedentarismo.
Si por el contrario nunca has realizado ejercicio físico, a continuación, se describen algunas pautas para comenzar:
Realiza ejercicio físico con ropa cómoda y calzado deportivo para evitar cualquier tipo de lesión.
Realiza ejercicio físico después de dos horas de la última comida para evitar dolores estomacales y malestar abdominal durante el entrenamiento.
Aprovecha los momentos con más energía del día para realizar tu rutina de ejercicio físico.
Bebe agua antes, durante y después del entrenamiento. Durante el entrenamiento debes beber sorbos pequeños, pero frecuentemente, evitando beber mucha agua de un solo trago.
Evita las horas de máximo calor en épocas de verano. No tomes el sol en exceso durante el tratamiento de quimioterapia, intentando buscar zonas con sombra. Usa protección solar y ropa para cubrir el rostro o las zonas de exposición directa al sol, como la cara.
Comienza el ejercicio físico con un calentamiento de 10 minutos, esto es, haciendo la actividad de menor a mayor intensidad. Incluye movilidad en las articulaciones para prepararlas (ej. hacer rotaciones de hombros).
¡Recuerda que cualquier actividad física siempre es mejor que no hacer nada!
María Romero Elías, graduada en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte
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Los supervivientes de cáncer tienen en general niveles más altos de ansiedad y depresión, así como peor calidad de vida relacionada con la salud física y mental (1,2,3). En el caso del cáncer de colon, el 50% de los pacientes presenta ansiedad y/o depresión. Esto es debido a la carga psicológica asociada con la enfermedad, el diagnóstico y el dolor, pero también a los efectos secundarios del tratamiento (6,7,8); un 20% cumple los criterios clínicos de un trastorno de ansiedad (9,10).
«El 50% de los pacientes con cáncer colorrectal presenta ansiedad y/o depresión»
Concretamente, la ansiedad es una emoción que se caracteriza por un estado desagradable de agitación interna y normalmente se acompaña de un comportamiento nervioso que incluye caminar de un lado a otro, quejas somáticas y rumiación o sentimientos desagradables de temor por eventos anticipados (11). Hay que destacar que, con frecuencia, la ansiedad se asocia con un impacto negativo en las escalas de calidad de vida.
Ejercicio físico y ansiedad en cáncer colorrectal
El ejercicio físico tiene un papel muy importante en la gestión de la ansiedad en la población general. En el caso de personas con un diagnóstico previo de cáncer de colon y recto, el ejercicio va a mitigar, además, efectos secundarios, mejorando la función física y la calidad de vida. Todas esas ganancias específicas podrían también redundar en una menor ansiedad (12,13,14). Existe una gran evidencia científica con respecto al impacto que tiene el ejercicio sobre la ansiedad y depresión en este escenario, que se puede concretar en el periodo de tratamiento perioperatorio. En este sentido, la ansiedad y la depresión se reducen en los pacientes con cáncer colorrectal que hacen ejercicio durante el tratamiento adyuvante y aumentan los valores en calidad de vida (16,17,18,19).
Los beneficios asociados al ejercicio físico se producen por el entrenamiento de resistencia aeróbica (1), fuerza muscular (2) y flexibilidad (3). El ejercicio aeróbico o de resistencia aeróbica engloba toda aquella actividad física cíclica que se realice durante al menos 10 minutos a una intensidad moderada (caminar, correr, ir en bicicleta, nadar, etc.). Los pacientes con cáncer de colon y recto que están en tratamiento con quimioterapia pueden encontrar beneficios en la mejora de la ansiedad siguiendo un programa de ejercicios basado en caminar a intensidad moderada de 3 a 5 días a la semana y realizar ejercicios de flexibilidad unos 20-30 minutos al día.
Además, este tipo de entrenamiento puede contribuir a mejorar la fatiga y la depresión, así como el bienestar físico y emocional y la calidad de vida (15).
En cuanto al ejercicio de fuerza, este puede ser una herramienta eficaz en el manejo de la ansiedad y la depresión durante el tratamiento. Implica la contracción muscular y conduce a mejoras en la función muscular y la densidad ósea, puede hacerse con mancuernas o similar, bandas de resistencia o incluso el peso corporal (16).
Un estudio reciente aplicó un programa de promoción de cuidados del paciente para mejorar su salud en el que se incluía ejercicio físico, asesoramiento telefónico, exámenes regulares y actividades de atención. Durante las actividades de atención, todos los cuidadores recibieron recomendaciones sobre cómo ayudar a los pacientes a completar su ejercicio diario. Este estudio demostró la posible eficacia de este programa para disminuir ligeramente la ansiedad y la depresión (17).
Conviene recordar que los ejercicios respiratorios en sí mismos o en el contexto de disciplinas como el yoga pueden ser útiles en el manejo de la ansiedad. Es interesante destacar que también ayudarían en la gestión del dolor (18).
No obstante, la ansiedad, como otros síntomas que afectan a pacientes con cáncer, se beneficia del abordaje multidisciplinar, y cuando altera las rutinas diarias y afecta a la calidad de vida de la persona, puede ser necesario acudir a profesionales especializados en salud mental, para sumar en las acciones que el paciente está llevando a cabo para su control.
En conclusión, se debe recomendar ejercicio de fuerza y de resistencia a intensidad moderada antes, durante y después del tratamiento de quimioterapia para reducir la ansiedad en pacientes con cáncer colorrectal. La flexibilidad también debe incluirse en las sesiones de entrenamiento, así como los ejercicios de respiración, ya que podrían tener efecto antes de la operación para mejorar la ansiedad y el dolor postoperatorio.
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Si tienes una hernia paraestomal, es normal que te preocupe realizar cualquier movimiento abdominal a la hora de hacer actividad física con un estoma. No obstante, será muy beneficioso para tu salud si comienzas a activar la faja abdominal cuanto antes.
En el siguiente vídeo de Oncolon, María Romero realiza una rutina adaptada a personas con un estoma para activar la faja abdominal.
Los ejercicios de fuerza son un básico en cualquier entrenamiento, y aunque te hayan diagnosticado cáncer colorrectal, es importante que incluyas estos en tu rutina y no abandones la práctica de ejercicio, ya que está demostrado que la actividad física tiene numerosos beneficios durante el proceso de la enfermedad.
En el siguiente vídeo, María Romero realiza una rutina de ejercicios de fuerza para personas con cáncer colorrectal que quieren seguir haciendo actividad física o incluso para aquellos que no saben por dónde empezar.
Funciones del profesional del ejercicio en cáncer colorrectal
El ejercicio físico está cada vez más presente en el día a día de las personas y los profesionales de la actividad física y del deporte tienen la competencia y capacidad para llevar a cabo las tareas relacionadas con la prescripción de ejercicio físico en poblaciones con patologías como el cáncer colorrectal (1). Entre otras funciones, corresponde al preparador físico la preparación, el asesoramiento, la planificación, el desarrollo y la evaluación técnico-científica de actividades físico-deportivas y ejercicios físicos orientados a la mejora de la calidad de vida y salud.
En este sentido, el paciente puede confiar en los profesionales que le rodean, así como reconocer en qué manera pueden ayudarle durante el transcurso de la enfermedad. Los profesionales en ejercicio físico desempeñan numerosas funciones para mejorar la calidad de vida de los pacientes de cáncer de colon y recto, más allá de la prescripción de la actividad física a lo largo del tratamiento oncológico. Sin embargo, el médico debería ser la primera persona que indique la importancia del ejercicio físico durante el proceso oncológico, ya que esto mejoraría el proceso de captación y adherencia de los pacientes (2).
«Los pacientes con cáncer colorrectal pueden mejorar su calidad de vida con la ayuda de un profesional especialista en ejercicio físico»
No obstante, los estudios apuntan que solo el 9% de las enfermeras de Oncología y del 19% al 23% de los médicos de Oncología derivan a los pacientes con cáncer a la programación de ejercicios (3,4). Además, la mayoría de los pacientes oncológicos no cumplen con las recomendaciones de actividad física (5), lo que hace aún más importante la necesidad de implementar programas educativos y motivacionales en esta población.
Las instituciones políticas y de salud pública reconocen la necesidad de estrechar la brecha entre el conocimiento y la práctica de ejercicio físico en la población oncológica (6,7), ya que el ejercicio físico mejora la supervivencia y la calidad de vida en pacientes de cáncer colorrectal (8); incluso, según las investigaciones, los pacientes se sienten capaces y tienen intención para practicarlo (9,10,11). Sin embargo, hasta la fecha, en los centros de salud y hospitales de España no existen servicios de soporte al ejercicio físico, ni puestos de trabajo para ello, ni tampoco está integrada la derivación de los pacientes a centros especializados de forma sistemática durante el tratamiento oncológico (12), aunque las investigaciones apunten que las intervenciones son más efectivas cuando se trabaja con un equipo multidisciplinar (13,14,15). Los profesionales en ejercicio físico pueden ayudar a los pacientes en la mejora de su calidad de vida y salud mediante las funciones que describimos a continuación (16).
Valoración del paciente con cáncer colorrectal
Una vez que se obtiene la información clínica del paciente con cáncer de colon y recto, ofrecida por el personal sanitario, el especialista en ejercicio debe realizar una valoración de la condición física; así como una entrevista motivacional para conocer sus preferencias y experiencia previa relacionada con el ejercicio físico. Con esta información, se establecerán los objetivos individuales a corto, medio y largo plazo (los cuales deben ajustarse a lo largo del tiempo) y se diseñará el plan de entrenamiento específicoteniendo en cuenta el tratamiento oncológico (cirugía, quimioterapia, radioterapia, etc.).
Aunque existen efectos secundarios generales, el impacto individual en la calidad de vida de las personas con cáncer colorrectal puede variar. Por ello, es fundamental adaptar el ejercicio físico a los momentos/ciclos de tratamiento, pues la fatiga, la neuropatía periférica en manos y pies y alteraciones en el sistema digestivo pueden condicionar la práctica de ejercicio. En este sentido, conocer los momentos de más energía de cada paciente es fundamental para que los niveles de actividad física se incrementen.
Ejemplo: paciente que tiene un tratamiento de quimioterapia mediante infusor durante 46 horas notará más acentuados los efectos secundarios cuando se retire el infusor de quimioterapia.
Papel del profesional del ejercicio en el hospital
Además de los objetivos relacionados con la prescripción de la actividad física, los profesionales del ejercicio que trabajen con pacientes en colaboración con un hospital también pueden ayudar a estos y al equipo médico en los siguientes aspectos:
Pasar tiempo con los pacientes durante las horas entre las múltiples citas. Lo ideal sería que pudieran entrenar durante el tiempo entre citas que pasan en las salas de espera o incluso durante las largas horas de toma de quimioterapia. Sin embargo, este también puede ser un buen momento para promover estilos de vida saludable ofreciendo información científica sobre los beneficios de la práctica de actividad física.
Ofrecer un servicio único y específico dentro del hospital. Cada vez son más las publicaciones científicas que hacen referencia a la necesidad de incluir expertos en la materia para mejorar los niveles de actividad física y la salud del paciente oncológico. Muchos pacientes no tienen información técnica sobre cuál es el papel fundamental del ejercicio durante el tratamiento oncológico. El hecho de que exista una persona especialista en ejercicio físico dentro del hospital accesible para el paciente podría facilitar que el paciente comprendiera la gran importancia del papel del ejercicio durante la enfermedad, especialmente si el equipo médico también reconoce este aspecto.
Mejorar el conocimiento sobre los beneficios del ejercicio físicoen el personal sanitario. Profesionales en ejercicio pueden ayudar en la mejora del conocimiento del personal sanitario que rodea al paciente (cirujanos, oncólogos, médicos de cabecera, enfermeras, etc.) sobre diferentes aspectos de la actividad física en población oncológica. Esto también facilitará que el paciente sienta una coherencia entre los mensajes que recibe por todo el equipo, incrementando sus estilos de vida saludable y mejorando sus niveles de actividad física.
Facilitar la comunicación con el equipo médico. En ocasiones, los pacientes no pueden contactar fácilmente con el equipo médico, ya sea por una saturación del sistema sanitario o simplemente porque no son atendidos sin citas previas. En este sentido, los profesionales del ejercicio integrados en el equipo multidisciplinar pueden contactar con los pacientes y con el equipo médico para facilitar la comunicación entre paciente y médico en casos de gran importancia. Ese contacto podría ayudarles a gestionar mejor sus efectos secundarios. Ejemplo: una paciente que de repente siente un efecto secundario del tratamiento que no es lo natural o es distinto a lo que le han dicho que podría sucederle. Especialistas en ejercicio y cáncer conocen cuáles son los efectos secundarios habituales y su implicación en la vida cotidiana.
Ayudar con el uso de las nuevas tecnologías. Cada vez son más las propuestas de ejercicio virtual. Los profesionales en ejercicio pueden ayudar a los pacientes con el manejo de las nuevas tecnologías, lo que favorecerá la participación en actividad física de los pacientes (16).
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A pesar de que pueden surgir diferentes inseguridades, entrenar con un estoma es seguro. Es importante tener en cuenta una serie de recomendaciones para entrenar con una ostomía, como las que nos cuenta María Romero en este vídeo, pero más allá de estas, no debes tener miedo a realizar actividad física.
En el siguiente vídeo de Oncolon, te detallamos todos estos aspectos además de una serie de consejos para empezar o continuar a realizar ejercicio con una ostomía.
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